Es un desafío trasladarse a un lugar donde nadie te conoce y donde estarás lejos de la familia. La migración es un fenómeno global plagado de dificultades sociales y económicas. Según la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA), un 3,6 % de la población mundial migra en busca de trabajo para beneficiar a los que dejan en casa.
Este problema muchas veces radica en la falta de empleo. Las personas buscan la manera de encontrar trabajo, aunque eso signifique involucrarse en situaciones peligrosas. Un ejemplo es convertirse en víctimas del tráfico de personas, todo por la necesidad de salir de sus países de origen en busca de algo mejor.
Reportes de las autoridades panameñas indican que, entre enero y septiembre de 2022, alrededor de 134 000 seres humanos, provenientes de diferentes regiones del planeta, atravesaron las 575 000 hectáreas del Tapón del Darién desde Colombia con rumbo a Estados Unidos, exponiéndose a los peligros de las selvas, donde más de uno pierde la vida.
Los animales salvajes, los malhechores, los ríos caudalosos y la falta de alimentos en la selva no son los únicos retos para los migrantes. Cuando llegan a su país de destino, enfrentan muchas otras adversidades, situaciones que a menudo les impiden alcanzar sus objetivos. Deben adaptarse a una tierra donde en ocasiones son recibidos con incomprensión, discriminación, odio y prejuicios. A veces deben escuchar frases xenofóbicas de algunos locales, como: “Vienen a quitarnos lo que nos pertenece”.
Los migrantes tienden a ser vulnerables a la explotación y marginación a manos de personas sin escrúpulos. A menudo trabajan en la sombra, temerosos de quejarse de sus patrones por recibir salarios bajos o tener horarios extenuantes. Deben guardar silencio ante el maltrato físico y psicológico e incluso se les niegan los derechos más básicos.
Estas realidades afectan sus vidas, ya que no tienen muchas opciones para elegir otra fuente de subsistencia. Es triste, considerando que dejaron sus hogares para resolver sus problemas en otro lugar, pero a veces ocurre lo contrario.
Una solución sería ayudar a mejorar las condiciones en sus países de origen, aquellas dificultades que precisamente los obligan a dejar sus hogares en primer lugar. En tierras extrañas, corren el riesgo, además, de perder su cultura, sus tradiciones y costumbres, y solo los mantiene a flote la esperanza de que algún día los problemas podrán resolverse.
Organismos como Naciones Unidas buscan proteger a los migrantes, en la medida de lo posible, mediante la implementación de prácticas y estrategias para mejorar su calidad de vida mientras se encuentran en otro territorio.
En principio, la migración debería ser una experiencia positiva y enriquecedora tanto para el país receptor como para quien se aventura a salir de su patria, pero en la práctica, esto no siempre ocurre.
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